Notaba que estaba tensa porque siempre que se miraba las manos las tenía cerradas formando un puño amenazante. Conocía el valor de la vida. Sin embargo no era capaz de apreciarlo.
Respiraba toscamente mientras trataba de mantener la calma. Pero aquellos puños siempre estaban cerrados. Mientras tecleaba en su ordenador vio a través de la ventana una paloma que volaba tranquila abriéndose paso entre los altos chopos. Nunca se había percatado de que, por mucho que se empeñara en castigarse, en hacer del lado negativo de las cosas su principal característica, la vida continuaba pasando ahí fuera. No sería ella la que continuara ahogándose en un montón de problemas sin sentido. No sería ella la que pasara las noches en vela esperando algo que no iba a ocurrir, a menos que luchara por ello. No sería ella la que, al mirar sus manos de nuevo, volviera a encontrarlas cerradas en un puño amenazante.